Fue una vez, pequeñito, redondo y sin problemas. Dormía entre algodón, calentito y con calcetines. Salió de la cuna y los barrotes no solo estaban en su cuarto, sino que le perseguían a todos lados. El "Cuando" era palabra obligada y que asco le estaba cogiendo.
Que tiempos aquellos cuando los cuentos tenían final feliz, terminaban con un beso y con alivio de que "el malo" no volvería a hacer de las suyas.
La verdad es que tenía esa "esperancilla" guardada en el bolsillo de la chaqueta. Se preguntaba cuanto le iba a durar, si un día sin darse cuenta la echaría a lavar con ella dentro y se desharía como el papel mojado...
Muchas preguntas, muchas piedras en el camino y sin querer la sonrisa puesta en la cara
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