Que suerte tenía, por momentos sentía que, sin ningún motivo, tenía algo más preciado que cualquier cosa. Tal vez, había ocasiones que ni se daba cuenta o que, quizá, quería más de esa suerte.
Pero la tenía, y tenía mucha. El mundo se empeñaba en alejarlo, en hacerlo pesado y en anhelarlo.
Un auténtico rollo, una faena. Por que, total, no haría daño a nadie tener, esa suerte, más rato, pero parece que era un pecado... o una bomba nuclear.
Una bomba nuclear absolutamente ruidosa; peligrosa; preparada para ser lanzada...
¡Lánzala! gritaba para dentro...que alguien lo haga porque quiero que me explote en los brazos, y guardar los trocitos en los bolsillos.
Supongo que otra vez, era cuestión de esperar y de no olvidar que era su suerte.
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