Era un señor, un señor serio y con bigote. Uno, que comía regaliz y tocaba la trompeta. Era un hombre de los pies a la cabeza.
Un día sin saber por qué, empezó a tocar la trompeta con los pies. Y la gente le decía vaya pedazo tontería.
Pero no era tal, porque así el señor Manuel no era capaz de correr. Se sentaba en una butaca, con la trompeta muy baja y así sin querer la tele podía ver.
Y así era su historia, con una trompeta y una gorra, comiendo regaliz y tocando así así y así.
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