miércoles, 28 de septiembre de 2016

Cuerda

Una cuerda y dos extremos. No se tiene que romper. Ella no descansa, siempre tirante, no sabe donde ir. Qué lado es mejor...qué es lo correcto...si lo hubiera sabido no habría elegido la profesión de cuerda de juego. Ella que pensaba que iba a ser todo más fácil...Se había puesto muy mala la cosa para las cuerdas, era cierto, y ella aún no estaba mal del todo, había cuerdas que ni siquiera, habían salido de su caja...o eso se hacía creer.
Ella, como la mayoría de las cuerdas, soñaba con ser una cuerda de renombre, sí, esas que hacen un bien para la sociedad, como ayudar a subir el Everest o enseñan a que todo tiene que estar bien sujeto para poder avanzar...esas que no solo sujetan pantalones o que son usadas para hacer nudos. Eso era de coquetas...ella era de otra manera. Pero ahí se veía, en medio de un juego de fuerza, y ella sin saber que hacer y esperando no romperse, porque cuando una se rompe arreglarse es fácil pero nunca se queda como en un principio...igual que cuando se aprende...
Quería gritar, pero las cuerdas no hacen eso, no saben. Así que se dedicó a raspar manos o a aferrarse a ellas, porque ella, la cuerda, no quería caer...