sábado, 28 de febrero de 2015

No era de esas sobre las que escribir...

No era una de esas sobre las q escribir. Ni apasionante, ni encantadora. Tampoco tenía un magnetismo loco con el que embobar. Era simplemente ella. A su modo y con sus manías. Aprendió a pasar un poco, aunque aún le importaban ciertas cosas y hacerlas mal... Pero ahora, había comprado un kilo más de valentía y se pintaba los labios rojos, llevaba alguna trasparencia y se preocupaba menos de lo de fuera.
Como decía no era de esas sobre las que escribir. Quizá porque lo que tenía de especial, era que no lo era.  Ni hacia falta, porque era necesaria, era del batallón, de esos anónimos que escriben tanto y que nadie recuerda, pero que dentro de ellos está la satisfacción y no les hace falta el reconocimiento. Así que igual era más especial de lo que pensaba, pero no escribirían jamás sobre ella.

viernes, 20 de febrero de 2015

ocho

Que iban a pensar, ilusos, que el 8 era el principio o se volvía a empezar. Todo diferente, mejorado...todo de la mano. Con el 8 se comparte, se ocupa, se tiene...quien lo iba a decir. Por fin se acabó lo lejos, por fin la cerradura es mutua, por fin "pelean" por las perchas...por fin se cumplen planes. Y es que el 8 siempre tuvo algo especial. Así que siguieron, por algo más que por curiosidad; a ver que pasaba con el número 9...

lunes, 2 de febrero de 2015

Amor terricola

Y la Luna miraba triste, preguntándose por qué ya nadie prometía bajarla. Miraba triste a los nuevos enamorados, pensando en q poco recitaban, en q poco suspiraban, en q poco sentían...
Y una nube que pasaba por allí, le dijo con voz ronca y ventosa: Todo cambia amiga, todo. Los enamorados son otros, no hay rejas y las imposiciones son menos. Recitan de otro modo, pero lunera, no desesperes; lo que no cambia, ni cambiará es que cuando se enamoran,  todos sienten que estan en ti. Todos, estan en la Luna.
Asi que la Luna se encogió de hombros pero se quedó más tranquila. "Aún pinto algo en el amor de los terrícolas"

domingo, 1 de febrero de 2015

Pequeño logro

Y que mejor que empezar con un érase una vez, porque las cosas interesantes, extrañas y puntuales, solo pasan muy de vez en cuando, una vez. Así que una vez, fue, corriendo como un niño y sin pensar en la vergüenza que le daba, le tocó el hombro. Quizá se puso colorada, pero si no se hubiera atrevido habría pasado la vida descolorida...
Le tocó, como digo, y fue el principio. Un principio de un todo, que algún día tendría un final, pero no necesariamente triste. Fue una valiente o una cabeza loca, pero hay veces que es mejor no poner etiquetas.
Esa noche se fue a casa con una sonrisa a casa, con un número de teléfono y una promesa de un futuro café.
Así que fue una vez, digna de contar, aún después de muchos años, porque la vida no es para esperar, es para recordar nuestros pequeños logros y crear más.