Fin de año

Sin hada madrina se dispone a arreglarse. No hace falta ninguna barita mágica. Colorete y carmín. Tacones y un buen abrigo. El fin de año tiene la costumbre de soplar fuerte y guardar el sol. Otra noche más, con más personas, más comida y más brindis. Cruzando los dedos para que vengan buenas nuevas o simplemente se quede todo como esté. Ignorando los miedos y mirando a las estrellas, para ver si hay suerte y vemos a la gente que un día se fue. Cambian costumbres y vienen nuevas tradiciones...Suenan las 12 y el hechizo en vez de esfumarse, se queda un ratito más...Para dar otra oportunidad al príncipe y ver si hay tregua y las cosas cambian antes de tiempo. El contador empieza de cero. Suena el "pum" de la salida...nos vemos en las uvas; esta vez llega la niña bonita.

Mi fiel reflejo

Curioso y paciente, siempre siempre siempre, está allí. Tras una ventanuca, mirándome, sonriendo y a su lado, alguien muy parecido a mi mamá. Parece majo, incluso diría que me llevaría bien con él. Creo que me espera y cuando me oye llegar se asoma, dejando cualquier quehacer en ese momento. Rubito y con mofletes, es mi primer amigo. Siempre en esa ventana, siempre mirándome, siempre esperando. No se porque creo que nunca me va a abandonar. Mi fiel reflejo.

Uno se acostumbra

Que pronto se acomoda uno a lo bueno, al algodón, al calorcito...a los cinco minutos, a tu espacio...que pronto. Y es que me parece que no he tenido bastante, y creo que va a ser difícil llenar el cupo.
Uno se acostumbra a compartir,y cuando no se está, el hueco es más grande aún que al principio y aunque no se crea, entra más frio y no hay quien caliente los pies...pero esto ya no es la historia interminable, ya no. Ya tiene horizonte, fin y muchas palmas.

sin pasar de moda

quizá xq los "había una vez" ya no eran o q xq simplemente  ya no se llevaban, estaba allí ella, dando vueltas como una peonza, intentando buscar su "sinsentido", intentando parar y volver a empezar o intentando saber si daba vueltas solo xq ella quería. Xa q engañarse, tampoco era de convencialismos. Y tardó en darse cuenta, q conste, xo lo hizo y sin saber aún ni como. Así q, volviendo al tema, xa q engañarse, si aunque le encantaría no estaba en su signo, ser como las demás. Había q rascar bien xa darse cuenta, xo ahí en el fondo es donde se encontraba ese otro color. Un color aguamarina, espeso y con gusto. Uno q depende de la luz asi se reflejaba...
Todo el mundo y en todas las épocas se hablaba del príncipe azul, xo nunca de una princesa del mismo color...Asi q igual no se había pasado la moda, quizá simplemente no había empezado

Érase una vez un mundo de abuelos obligatorios, de esos q dan chocolate, mimos y muchos muchos recuerdos. De esos q juegan a las cartas, cosen calcetines y te enseñan q los mayores también saben jugar. Era un mundo sin despedidas, con pelito blanco y zapatillas cómodas...era un mundo para los nietos. Por que todos, alguna vez, lo hemos sido. Este mundo, era de los mejores, mucho más q el mundo de "soy el rey de mi casa" o el de " levántate a las 11". Este esta lleno de calorcito, refranes e historias. Lleno de piropos y aunque había algún "come un poco más, q estas muy delgado", olia a natillas, arroz con leche y a castañas asadas. Quién no iba a querer quedarse en ese mundo, quien...

Enmarquemos un arcoiris

"Enmarque un arcoiris". Podía ser el lema de un anuncio, el título de un libro de auto ayuda o una bonita idea de esas que se ocurren los días felices. Pero, la verdad es que lo leyó en una carta de despedida. No era para ella ni mucho menos, pero le llegó muy hondo. Posiblemente sería la frase más bonita y el consejo más útil que nadie le hubiera dado nunca.  Así que lo decidió coger como obligación, para cuando no hubiera, que hubiese. Para mirar cuando hacían falta y para pasar allí la noche cuando hiciera frío...
Es curioso lo que se aprende en las cartas de despedida...

Adiós, nubarrarón, adiós. (microrrelato)

No sabe si fue el viento, el tiempo o las ganas que tenía. Pero el nubarrón se fue. Detrás un valle con luz, donde había brotes verdes, mares y un cartel de " has llegado". Más bonito de lo que se habría podido imaginar y más cerca de lo que quizá había pensado.
Lo de coger carrerilla en cierta manera había sido cierto. Estaba a punto de saltar y abajo le espera una mano amiga, un futuro y todas las ganas del mundo para seguir apartando nubarrones.

Besos que curan

A veces son suavecitos, te los dan en la nariz y te ayudan a soñar con angelitos. Otros salen del alma, vienen de repente de cogen por sorpresa y dejan un sonrisa bobalicona...Alguno se piden a gritos, y deberían recetarse en consulta, porque son mas eficaces que la aspirina. Pero los más importantes son los que dan las mamás y los que se les da a ellas: recargan pilas, perdonan travesuras y enseñan los ricos que son.

Que suerte! (microrelato)

Se dio cuenta, así de repente entendió. Si te quitan de un sitio, en otro te dan...y es que nadie, nadie, nadie, tiene el 100% de todo. ¿acaso cambiaría algo?¿ menos suerte aquí, para tener mas suerte allí? No lo creía...

Entendió que lo suyo era suyo, que podría estar peor, que el consuelo estaba en una misma y que no cambiaría nada... ¡Que suerte! que afortunada... pese a los tropezones y las puertas cerradas. 

Letras.

Se fue, como se van los viejos amores, las pesadillas y las nubes negras. Lejos y dejando un sabor de boca agrio. Cogió un mapa, su maleta y dejó la habitación revuelta. No sabía si iba a volver. Delante de ella un arcoiris, detrás, curvas, llantos y alguna flor. Se dedicó a no pensar durante el camino, disfrutó de las paradas, los amaneceres y el frío en la cara. Comenzó de nuevo, donde estaban sus cenizas, plantó un manzano y en su rama colgó un columpio. Quizá para recordar que fue muy feliz de niña y que por muy alto que se coloquen las cosas con impulso se pueden rozar; soñadora...
Mil folios en blanco, la mente llena y miles de letras para colocar, reordenar y poner guapas. A ella le gustaba eso, maquillarlas, peinarlas y sacarlas a escena. Jugar con ellas, disfrazarlas y encubrir ahogos.
Así que se fue, lejos, como los nubarrones. Acompañada de ellas, delante y detrás, porque total, sin ellas, la chica no era nadie.

Cristina.

Le gustaban los cuentos de amor, donde le bueno y la buena luchan, donde por muy oscuro que esté se sonríe, donde hay final feliz. Ella tenía muchos cuentos, o al menos era la inspiración. Era una princesa con un príncipe lejano, un poco hippie ya que en vez de espada, llevaba guitarra. Hacía serenatas por skype y se montaban en la misma nube. Una princesa de diez, sin trucos,  ni photoshop, real como la vida misma, con vía de escape y  eterna seguridad.
Mágica, como las mamás, porque vuela y se teletransporta, porque lee entre lineas y porque de lo pequeñita que es, es grande. Una invisible, visible y gratis.
Vamos que si hubiera referéndum del pueblo, saldría seguro. Hoy es su cumpleaños, pero está más joven que ayer.

De esas

Sí, era de esas. De las que no podía evitar agarrarse la falda,  de las que soñaban sin querer, de las que lo llevaban innato...muy común seguramente, pero soñaba con dejar de serlo.
Con complejo de caja, guardaba todo dentro: lágrimas, sueños y boberías; boberías de esas que hacen sonreír sin darse cuenta de esas que hacen buscar una foto o de esas que ...ya saben traen muchas cosas.
Pues sí, era de esas.  Esas que quisieron ser algo que no son, pero que son algo que quieren ser. Que se agarraran la falda. cada día y guardaran cada cosa detrás de su retina.

Con lagrimas necesarias

Hay veces que se guardan. Quizá por miedo a que después no haya más. Otras salen sin querer, como cuando ves una peli, o te da la risa.
Otras son injustas, tristes, sin sentido, pero necesarias. Enseñan a que no se está vacío por dentro, a que se quiere, a que importa y a que las cosas duelen.
Te invitan a reflexionar en medio de esta vorágine de vida, a que te sientes, te acurruques y te des cuenta que no eres una máquina.
Son necesarias, para que no se enquiste la pena, ni la rabia, para que no se congelen por dentro y con ellas todo lo demás. Las lagrimas unen, limpian y te dan ganas de abrazar...

Aspirina

Claro está. Llega y no se puede parar. Al menos no se como hacerlo. Impotencia, vueltas a la cabeza y rabia. Mucha rabia. Las lágrimas se agolpan y luchan por no salir. Pierden todas; y las que no, se unen a la causa. No se como...
Castigo o justicia divina. Quien sabe. La duda viene a quedarse, tiene una maleta de mano, pero no se sabe cuanto dinero trae en el monedero.
El tiempo lo cura todo. El tiempo y la aspirina. Así que me tomaré una y adelantaré el reloj, un empujoncito no hace daño a nadie.

Ironías ( microrelato)

Está ahí, lo se. Pero no quiere salir. Está asustado, quizá porque piensa que va a titubear, a que lo que diga no valga, a que no se lo valoren. El peor verdugo, él mismo. El juez más duro...se obliga y se esconde. Ironías de la vida...
Así que se quedó escondido (solo por esta noche) buscando en sus pensamientos...quizá mañana esté más preparado...

Pasa lo mismo en invierno...

Cuando el calor aprieta, la distancia ahoga y la vida te vuelve a decir no. Está él, ahí, paciente. Esperando a que repares en su persona. Te saluda tímidamente, recordándote que siempre va a estar, que aunque no lo mires, está detrás tuya.
Se enfada, como todos, grita y pone mala cara, pero haría cualquier cosa por ti.( y tu por que no se mueva de donde está)
Que rico sabe, cuando esa sensación te llena y el orgullo te dice "sí, es tuyo, lo has conseguido" Cuando no encuentras un motivo de "fin".
A veces le implantas un complejo de oso de peluche y sin ser suave, te aferras a él toda la noche...no me le vais a quitar...
Y no, no es cosa del calor...pasa lo mismo en invierno

En pleno huracan (reflexiones de media noche)

Se creía pasajero, una hoja a expensas del viento, un mosquito en pleno huracán. Creía que no podía controlar. Él iba, porque tenía que ir. Comía porque tenía que comer y vivía porque lo tenía que hacer. Se conformó. Una vez más. Una noche, de esas largas, cuando los ojos no quieren cerrarse, cuando hay muchas estrellas que contar, cuando la mente se revela a uno mismo...dijo "No".
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En pleno Huracán, cuando las cosas estaban en todos sitios menos en el suyo, vino. Quizá a descolocarlo todo un poquito más. Trajo un aire fresco, una brisa en medio de la polvorea, un abrazo por detrás... En pleno huracán sorprendió a los asistentes con una sonrisa, con ayuda y  mantas. Porque lo importante es estar, porque estando se sale y si es en movimiento más rápido.
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Llegó como un huracán, golpeando fuerte, dando vueltas. Él pensaba que no se movía que era todo lo de su alrededor lo que le hacía. Cuestión de perspectiva...

Monstruo del Enfado

El monstruo del enfado, siempre con el ceño fruncido, sin risa, sin ganas, sin nada. Se cruza con los demás y siempre, siempre, siempre tiene un "bonito" gruñido. Algo le pasa, él antes no era así. No era el monstruo del enfado, tampoco era el de la alegría pero era un monstruo molón. Pero un mal día, de esos que tiene cualquiera, le cambió el rostro. Desde entonces, cambió los colores, el semblante y el pensamiento. Parecía como si una nube negra estuviera encima de él. Cada rayo, un gruñido. Cada piedra, una mala contestación. Cada pequeño bache, más agachaba la cabeza.
¡Que triste! y más triste se debería sentir él....
Pero como todo los sitios el monstruo de la risa, se quiso hacer su amigo. Al principio...al principio  el monstruo de la risa tuvo que aguantar de todo pero a él le hacía hasta gracia... ( es lo que tiene la risa, que te da y no paras)
Pero poco a poco el enfado sonreía sin querer, con cada tropiezo de Risa, con cada chiste...La nube se fue volviendo gris, más blanca y Enfado dejo de echar bufidos, al menos no tan a menudo y es que no hay nada que la risa no cambie.

Olvídate de recuperar tus zapatillas

Es curioso cómo crece, como espera, como perdona. ¿Quién lo iba a decir? Pero llega, y se instala, a sus anchas, muchas veces sin que nadie lo invite. Entra, te roba las zapatillas y la cama y se queda cerquita cerquita. Rápido te acostumbras a él, a sus ronquidos a sus cantares en la ducha, a sus besitos en la nariz… A veces abruma, incluso enfada, pero es que el roce además de hacer el cariño, hace…pues eso, rozar.  Pero cuando te roza y el bello se levanta, amiga estás  perdida. Te ha enganchado, olvídate de recuperar tus zapatillas.  Compra paciencia, antiarrugas y tiempo, porque todo eso te hará falta. De las zapatillas olvídate, no pisarás el suelo, te llevará en volandas…

Una de amor de verano.

No, no se conocieron en la playa, ni fue amor a primera vista, ni fueron a ver las estrellas...pero no por eso dejaron de enamorarse. El calor, los días largos y las noches fresquitas hicieron que se unieran. Disfrutaban juntos, fue un hallazgo. No todo el mundo tiene esa suerte; y es que, una gran parte dan vueltas como peonzas toda su vida encontrando apenas un mareo. Y ya se sabe mareados no se ven las cosas claras. Ellos no. Dieron en el clavo. No sabían si duraría ese verano, dos o tres. Ni ellos ni nadie, pero seria una bonita historia que contar, aunque no hubiera mar, ni estrellas...

Abuelita

Son de algodón. Blanditas y blancas. Con un poder especial que hace que las penas sean menos y que las alegrías más. Ellas siempre ven lo bueno, lo guapa que vas y lo lista que eres. Sufren por ti y se olvidan que les duele...lo que toque en ese momento, solo si vas a verlas.
Sentaditas en su sofá, se visten con recuerdos y puedes aprender más de lo que crees si las escuchas un momento. Cuidan, regañan y quieren de una forma tan especial que nadie, jamás, lo va a hacer igual ni en cien vidas.
Son un regalo y un derecho. Dulces y risueñas, con la mirada puesta en el pasado, esperando y anhelando lo que un día vendrán.
Se alimentan de besos, de mimos y de partirte el filete. Hacen sopa, cosen botones y saben escuchar.
Las abuelitas son así, de algodón.

Mamá y papá se enfadan

Cuando mamá y papá se enfadan. Todo tiembla, ¿verdad? y asusta ¿o no es así?. ¿Ya no se quieren? ¿Es mi culpa? Nada de eso.
Los mayores, aunque no lo parezca son así. Un poco rollo. Discuten y no se dan besos...peor para ellos. Los mayores como mamá y papá, se siguen queriendo y como se quieren, a veces se enfadan. Pero, ¿por qué? porque los mayores a veces  no se dan cuenta que lo que importa de verdad, es darse abrazos, salir al parque y perdonarse. Tardan un poquito más en darse cuenta que los niños y así les va.
No hay que asustarse, porque si hoy se enfadan, se gritan o regañan; estoy segura que mañana se sonreirán.

Mordió, peleó y le vencieron. Otra vez. Una vez más. Por un momento se quedó sentado en el suelo, cogido de sus rodillas, mirando hacia el suelo. No, no iba a pasar más tiempo ahí. No. No, no y no. Nunca más. Había tomado una decisión. Así que resurgió o no, quien sabe.Pero se levantó, otra vez, y lo haría una siguiente. Se peinó, dio un traspiés y sonrió. Cogió del brazo al agobió, igual tenía buena conversación y volvió a emprender el camino... veremos donde le lleva

Ahí, debajo...

Se cuela algún rayo. Ella, debajo de la sabana, no quiere salir. No es de acero pero lo parece. Hoy no quiere caras, preferiría ser transparente, desaparecer. Por un momento se siente vencida, sin ánimo pero con ganas...le falta el aire, pero debajo de su sabana el sueño le vence. Allí, ahí debajo, pondrá en orden sus recuerdos, su futuro, sus cosas... Se cuela algún rayo y en esa claridad intenta agarrar un mañana. Un mañana tranquilo, sin sobre saltos. Un mañana sin "cuandos", sin miedos y sin penas.
Ella agarra con mas fuerza la sabana, esperando a que vengan, a pasar desapercibida, a que todo pase. La cabeza le da vueltas, así que hoy se quedará ahí, debajo,en su guarida... acompañada por algún rayo de sol...mañana volverá a salir.

Cambio

Cerró los ojos, imaginó por un momento que él saldría del cuadro y se sentaría a su lado. Tan lejos y tan cerca...Tenía la opción de esperar a que inventaran la máquina teletransportadora, pero no tenía tanto tiempo. Así que cogió un autobús que tardaba un poquito más pero la llevaba al mismo lugar.
Se fue. Sola. No esperó a que la llevara el viento, ni a que le dieran un ultimátum. Se fue sin más. Buscó lo que se merecía y estaba ahí esperándola. Empezó en el diez porque el cero estaba muy lejos y ya había perdido mucho tiempo en el bus. Se agarró del brazo de la esperanza y no perdió de vista su meta. Todo iba a cambiar y estaba todo muy cerca.

¿Verdad?

Huele de maravilla y abraza mejor. Calma, protege y hace que los segundos sean cortos y suavecitos. Tiene el don de hacer que salga por cada poro, unas minúsculas particulas de la mejor sensación del mundo. Hace reir y se ríe, comparte,da,recibe.Sueña tu sueño... te presta los suyos y hace que desees más.
Enseña a añorar, a esperar, a permanecer...Tiene abrazos curativos y piensa que los tuyos son mágicos, (quizá porque se los has repetido una y mil veces...) Aguanta tus fantasías, tus miedos y curas tus penas. Lo mejor es que quiere estar contigo y piensa que eres guapa hasta recién levantada...que suerte ¿verdad?

Arcoiris

¿Quien lo iba a pensar? Le pintó un arcoiris, pero no como los que se ven cuando llueve, si no de los que se ven cuando te hacen cosquillas. Les serviría de refugio, para cuando tronara por dentro, para esos días que no llega un entendimiento. Se encontrarían allí, los días que el llanto ahoga, los días de aburrimiento en verano, los días en que echar de menos se queda corto.
Tan malo no era, algún día solo le utilizaran de recreo o para almacenar cajas. Ese día, entonces, el arcoiris sera un recuerdo, uno de esos, que guardas en un cajón. Uno, que miras de reojo y que con el tiempo no parece tan malo como en su día fue. Todo el mundo, tiene uno de esos, un arcoiris guardado llenos de ayer, con cajas, con lagrimas y con un huequecito donde dormir la siesta.

Palabras

Palabras, palabras y más palabras. Unas saben a amor, a lágrimas, hasta a hiel ( siempre había querido utilizar esta palabra) Otras, son un regalo, un "perdón", un "sonríe". Todas se juntan para explicar algo que no se puede, para sacar  "un algo pegajoso" que se resiste a salir por por si solo o para contarle a alguien, de forma más bonita, que se merece más de lo que la vida le da.
Son un camino, uno peligroso, porque, quien le crea,  corre el riesgo de pisar lo cursi, lo repetitivo incluso la linea del aburrimiento... Debe construir cada baldosa con cuidado, con acento y cruzando los dedos porque si este camino no lo pisan tus ojos, muere en el olvido...
Se alimentan de románticos, de curiosos y de gente como tú. Animan a crear, a sentir, a querer crear, e incluso a anhelar ser como ese constructor...
Es lo que tienen, que terminan enganchando a quien lee y a quien crea...

¿Qué es?

Yo creo que sé como sabe. Es de color rojo y como no, sabe a regaliz. Es suave, cómodo y los incrédulos dicen que es efímero. En realidad, esta por todas partes. En un olor, en un gesto, incluso en una caja de cartón. Pienso dejar que me atrape, que me envuelva y no voy a luchar; porque  sé que a veces da miedo, como la oscuridad, como lo desconocido. Pero en toda oscuridad hay una luz y en todo lo desconocido un aprendizaje...
Si lo piensas existe.Así que desde allí voy a mirar, porque el paisaje es más bonito, no hace falta calefacción y me sienta mejor.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    

Con la maleta hecha

Se sentó a esperar. Con la maleta hecha y el dinero contado. Todo preparado por si había que salir corriendo. Las cartas eran continuas, mirar el reloj una manía y la sonrisa una obligación. Sólo quedaba un esfuerzo más. Sólo uno, corto o largo, no sabía, pero solo uno. Tal vez los planes se irían al garete, quizá el rodeo era más largo, pero la meta era la misma. Encontró el parche adecuado, la fuerza necesaria y el mejor compañero. Se compró un lazo nuevo, se dio colorete y corrió a sus brazos. Allí se estaba de calentito...
No aguardó al pistoletazo de salida, porque el camino era largo y a ella le gustaba pararse a mirar. Correr sin sentido es para los que se arrepienten, ella tenía una meta, pero también tenía que disfrutar del paseo.

Mi coche

Creo que me falla una rueda. No se muy bien la avería, tal vez, sea un pinchazo o simplemente se ha desgastado. El motor no puede ser, está a punto y aún le queda fuerza para rato...No se que hacer con él, adoro ese coche. Con él he ido a sitios donde nunca había estado, lugares mágicos, lugares de los que no quería volver... Igual, lo he estropeado yo, tanto pisar el embrague... Quizá no necesite un mecánico, tal vez si aprieto un par de tornillos...No quiero deshacerme de él, no quiero. ¿Cómo voy a volver a esos sitios, si no? Yo creo que es de la rueda, pero no se como arreglarla.

En una nube

Le gustaría montarse en una nube, acomodarse y dirigirla hacia él.  Besarle a cada momento e invitarle a subir. Allí serían felices, estarían cómodos y muy juntitos. Ahí arriba, todo sería más fácil: sin horarios, sin prisas, sin ningún adiós...
Sería blanca, con el sitio justo para jugar a las cartas, para hacerse cosquillas y para tumbarse a mirar las estrellas. Porque desde ahí, se ven más cerca, casi se pueden tocar.
Juntos, en la nube, estarían juntos, que no es poco. Porque la nube, solo sería una escusa para estirar el brazo y tocar el suyo...

Gritos

Volvió a gritar para dentro, volvió a sentir esa presión, esa desorientación, ese vacío...Tenía prisa, y como todo el mundo sabe, esa amiga no es buena consejera.
Ya no buscaba "por qués", buscaba "comos" y en el fondo tenia una esperanza alumbrada con una lucecita. Ánimos, muchos; presiones más; sueños, el doble. Todo tiene que llegar...
Se acostumbró a las carreteras, a retener las lágrimas a soñar con límites, a valorarse y desvalorarse... Agradeció lo que tenía, los segundos contados y las intenciones encubiertas.

Sin perdices

Y se acabó, como terminan algunos cuentos...como el Rosario de la Aurora, hecho trizas, sin saber por donde cogerlo.
No comieron perdices, igual ese era el problema, que no les dieron esa suerte que tienen  los que si las comen...
Vendieron las espadas, los sables incluso los puñales pero aun así, todo seguía pinchando. Las lágrimas eran un seguro, los gritos una canción de fondo y los portazos, los portazos no solo cerraban puertas.
Fotos rotas, sin marco, sin nada...el silencio que en antaño estaba lleno de cosquillitas, hoy es frío y más callado si cabe.
Se borraron las cuentas, los sueños y las promesas, los "cuandos" se echaban en cara y las palabras tenían el filo de aquellas espadas vendidas...
Lucharon por arreglarlo. Compraron todo tipo de pegamento, esparadrapo y tiritas. Aguantó alguna tempestad pero, lo roto, roto sigue...

Con nombre de balada

Los hay que coleccionan historias de amor. Las recortan y las unen a un álbum. Esperan pacientes a la próxima, deseando, en las tinieblas, a que aparezca y lanzarse sobre ella, haciéndola un placaje. Y es que hay personas que adoran las historias de amor; las viven con intensidad y las exprimen hasta que dan su última gota. 

Parece que son esas personas las que ponen nombre a las baladas, parece que son ellos los que sienten y los que disfrutan, pero solo son los que lo sacan para afuera, los que comparten y los que saben rimar...

Pero todos los tienen. Yo lo se, créanme.

Caballero sin armadura (microcuento)

Erase una vez un Caballero sin armadura. De profesión, soñador; de color, rojo; de sentimiento, abierto.
Siempre dispuesto, nunca ocupado. Salvaba vidas, arreglaba zapatos, construía mañanas...Los castillos en el aire eran su especialidad, contar estrellas su castigo y su sueño llevarla ahí arriba.
Dragones y montañas, para un Caballero sin caballo ni espada. El final del camino, cerca, muy cerca...quizá allí encontrara su castillo, su espada, quizás la encuentre a ella.

El monstruo de los botones

Uno como tantos otros, pensareis, otros diréis: ¿Un monstruo de los botones?¿Qué es eso? Pues el monstruo de los botones nació de casualidad, como todos los grandes, como todos aquellos que no se les espera y te dan la sorpresa, así, como él.
El monstruo de los botones, no da besos ni roba galletas, tampoco asusta ni hace cosquillas.

Ayer

Ayer: un tipo duro y fuerte, que si no tienes bastante picardía te atrapa y te embelesa, manteniendote a su lado con falsas promesas. Ayer, ese señor que te silva por detrás con el ánimo que vuelvas la cabeza para iniciarte conversación, para contarte batallitas y hacerte anhelarle y suspirar por lo pasado.
Ayer, la piedra más grande en el camino, que no es que te haga tropezar, que también, pero que te impide avanzar.
Ayer, celoso de Hoy y de Mañana, orgulloso, charlatán, y traicionero. Su sitio, el baúl de los recuerdos. Amenaza con salir los días de lluvia, los depresivos y en las fechas tristes... En tus manos está dejarle salir o no.

La linterna mágica.

Quizá todos penséis que una linterna no tiene nada de mágica, que solo da luz ( que eso ya es bastante) y que utilidad tiene la justa.
Eso igual les pasa a las demás linternas, pero a la de mi amigo Juan no. La de mi amigo Juan no solo alumbra, si no que te enseña mucho más allá. Veréis. veréis lo que le pasó:
Un día como tantos otros, Juan se aburría, su mamá ya no sabía que hacer con él así que le prestó un libro viejo y el niño comenzó a leer. Tanto le gustó el cuento que llegó la noche y para que su mamá no le riñera porque tenía la luz del cuarto dada, rescató del baúl del sótano una vieja linterna.

Cuentos de 1 minuto II (La vergüenza)

Erase una vez "la Vergüenza"...¡uy que vergüenza que hablaran de ella!. Siempre queriéndose esconder y siempre la encontraban. Normalmente vestía de rojo, iba con la cabeza gacha y miraba de reojo. Cuando no la veían se convertía en otra. Cambiaba tanto que hasta que su nombre era otro. Ella, en su intimidad, era la mejor en todo, cantaba, reía, incluso hacia tonterías delante del espejo. Pero siempre, siempre, siempre, estaba sola.
La Paciencia la espiaba detrás de la puerta, pensaba que igual algún día sería así en público, pero parece que nunca salió de su habitación.

Lazo rojo

Erase una vez una niña sin oídos,  con la cara blanca y un lazo rojo. En su cabeza, silencio, pero miles de formas. La boca solo para sonreír, para cantar ya estaba su imaginación. Diferente, tal vez, pero con muchas ganas de ser igual.
Por una persona que la miraba con lástima, cientos de amigos con manos para ayudar a levantarse.
Se convirtió en  una luchadora, buscó y buscó y al final del camino encontró a quien le dibujó los sonidos, las palabras y el mundo.
Así que pensó que igual no tener oídos no era tan malo, sería mucho peor perder su lazo rojo...

Al lado de las montañas

Tan cerca que nacía en ella. Para llegar , había que escalar, o eso era lo que parecía; porque si se observaba un poquito más, se veía que justo a la vuelta había un camino llanito que llevaba justo a la cima. Pero claro, había que fijarse. Las indicaciones eran para inteligentes o para quien se lo curraban, así que ya sabéis lo que hay que hacer si queréis coronarla.
Solo ladra, pero no da miedo, fiel y compañera y mucho mejor de lo que ella piensa, pero que va a decir su amiga, su madre salmantina y su regañadora oficial.
En fin, un descubrimiento...allí al lado de las montañas.

Uno para el otro, el otro para el uno

Le enseñó otra manera,  ni más bonita ni más fea, igual de válida, igual de intensa. Le enseñó a valorar, a desesperar, a dormir con calorcito... Le dio más, le dio su conjunto y le dio su nada. Intercambiaron de todo, incluso cromos. Fueron y volvieron; encendieron velas, cirios y se echaron de menos...otra vez.
Mañana, apartarán nubes, dormirán en ellas y no miraran atrás, porque lo vivido les volvió a enseñar, a vivir y a luchar.

Allí (microcuento)

Volaron. La verdad es que no sabían si se movían del suelo o no. Veían todo desde arriba, desde muy alto. Porque,total, solo importaba lo que tenían agarrado a la mano. Pisaron las nubes, saltaron los truenos y se acurrucaron. Porque el "acurruco" era el mejor sitio que jamás habían estado.

En una estrella

Se mudó a una estrella, igual desde abajo no brillaba mucho, pero desde arriba, ¡ay desde arriba! desde arriba daba gusto. Tenía hasta jardín. Pero no se mudó allí por eso, si no por las vistas. Cada mañana se asomaba a su balcón, miraba que todo estuviera bien y salía al jardín. allí, al solecito, planeaba como iba a mover los hilos, como iba a mandar suerte y cuantos besos enviaría en el próximo mes. 

Creó avioncitos de papel invisibles, pero que, cuando se posaban sobre sus destinatarios, la sonrisa era inmediata, su recuerdo se hacía presente y su estrella, ahí arriba, brillaba aún más.

Y así se pasaba la tarde volando avioncitos, viendo sonreir a su familia y dando luz al cielo... 

Cuando no te hacen falta calcetines de lana

Ahora me hacen falta. Achaco el frío al invierno, pero no. No es el invierno, ni las sabanas, ni la circulación. A veces me descubro fantaseando que ya no los necesito. Pienso en guardarlos en un cajón y que me meto en la cama sin ellos...
Quiero perderles de vista. Me cansan, me recuerdan lo que no tengo, lo que no puedo producir. Porque cuando no te hacen falta calcetines de lana, es porque tienes conversaciones nocturnas, encuentros por los pasillos, y un montón de "Cariño, ya estoy en casa"
...Ojala deje de usarlos pronto...

¿Los monstruos son siempre malos?

¡¡¡Qué va!!! Hay de todo, como en todos sitios. Los hay que viven en el armario y solo asoman la nariz para ver si hay alguien. Es que por lo visto, le dan miedo los niños...¿quién lo iba a decir?
Los hay que son pequeñitos y esconden los calcetines. Solo para hacer rabiar o porque se aburren, como nadie los ve...
Ah! y los hay que son achuchables que escuchan los problemas y dan besos en la nariz.
Estos monstruos son de lo que no hay...

Zon

Se está agusto aquí. Es cálido, cómodo, y tiene un ambiente tan acogedor que no quiero moverme de aquí. Lo decoraré con velas, de esas que huelen a vainilla y con muchas fotos, de paisajes, de bebés perrito y de tí.
El casero es único, te da las llaves y confía en ti. Va con una venda en los ojos, así que no ve si no usas posavasos, o si haces alguna grieta. Te perdona si tienes unas buenas tiritas y les das besitos.
La distribución es envidiable y las vistas lo mejor: si saco un poco la cabeza, veo tu ombligo...

Como no te iba a escribir nada

Cuando se suma, se espera, se desespera y te vuelves a ilusionar, no hay marcha atrás...algo ha cambiado para siempre, nada vuelve a su estado inicial.
Es hasta didáctico. Aprendes y desaprendes, que al fin y al cabo, es lo nos hace crecer.
Mejoras, sonríes y el bello se pone en pie. Junto a él, las supuestas mariposas, forman filas dejando paso a la ceguera y al tacto.
Pasa uno, pasan dos y  hasta pueden pasar 7 y la cosa va en "crescendo"...y parecía que no...Aguanta tempestades, morros sin razón y tortillas quemadas...Lo que te digo de la ceguera...
Y si ves apartas la mirada porque todo el mundo se tropieza, pero se uno se levanta mejor si tienes una mano en la que sujetarte.

Que suerte

Que suerte tenía, por momentos sentía que, sin ningún motivo, tenía algo más preciado que cualquier cosa. Tal vez, había ocasiones que ni se daba cuenta o que, quizá, quería más de esa suerte.
Pero la tenía, y tenía mucha. El mundo se empeñaba en alejarlo, en hacerlo pesado y en anhelarlo.
Un auténtico rollo, una faena. Por que, total, no haría daño a nadie tener, esa suerte, más rato, pero parece que era un pecado... o una bomba nuclear.
Una bomba nuclear absolutamente ruidosa; peligrosa; preparada para ser lanzada...
¡Lánzala! gritaba para dentro...que alguien lo haga porque quiero que me explote en los brazos, y guardar los trocitos en los bolsillos.
Supongo que otra vez, era cuestión de esperar y de no olvidar que era su suerte.

Después de las perdices

Comieron perdices y fueron de luna de miel. Pero eso pasó junto con el tiempo. Vinieron ventiscas, de esas con nieve, niebla y malas caras. Nada que un buena manta y buena compañía pudiera arreglar. Las risas por los pasillos tronaban los oídos, unos días más que otros, pero había que era lo importante.
Abrazos por la espalda y besos en el cuello, aliño de cada ensalada; aquí daba igual si se había comprado tomates o no...

De noche

Otra vez más, y no sería la última. Cada mañana se preguntaba por qué esas grandes ideas que se le ocurrían de noche no las apuntaba. Si su biorritmo estaba a tope. Intentaba memorizarlas, pero lo que no sabía es que la noche lo borra todo. Duermes y por un momento borra la pena, las ideas y regenera la pie, dicen...

Tic-tac

El tic-tac le taladraba la cabeza. No paraba, era un quejido del tiempo. Querer medirlo era casi una aberración. A veces, el tic-tac era lento, tedioso, insoportable...y otras, como todos sabemos, es rápido casi inapreciable, un suspiro, vamos. Cuando menos debe, claro. Lo típico.
Parecía como si el reloj de cuco lo llevara en la cartera, siempre un tic-tac, siempre contando, siempre esperando a la hora en punto, al cu-cu...un rollazo. ¿Por qué? Porque mucho tic-tac, mucho cu-cu, pero era el día de la Marmota,  hoy igual que ayer, ayer  igual que antes de ayer.

Amor

Hoy hablare de amor, sí, otra vez. Quizá porque es necesario o porque lo necesito. Porque es efímero, o porque a veces, desborda. Sale por cada poro, así , sin avisar. Obliga a echar de menos, a sentir vacío, a soñar...soñar y desesperar. A mojarse, a gritar para dentro y a escribir. Escribir bonito, escribir con deseo, con furia, con esperanza. Porque, el amor, sin querer, te hace eso: no saber o saber demasiado, todo dependiendo de la ocasión.
El amor, algo tan cursi, tan sentido, tan "corazonero", valientes los que lo gritan a los cuatro vientos y pobres de los que creen que no lo necesitan y lo ocultan; tocándolo solo a oscuras, por miedo al que dirán.
Bendito seas, y permanece siempre cerca de mí. Porque, yo, amigo mio, te quiero en todos tus estados.

Talón de aquiles

Sin más se puso frente al folio en blanco. No fue sola, un ejercito de bolis, post-it, y diccionarios. Probó con un "yo" con un "quizá" con un "Tal vez"...pero se quedó ahí. El folio se ponía duro. Buscaba las mañanas para permanecer impoluto, sin marcas de guerra...

Cuentos de un 1 minuto

Vino el lobo, cansado, viejo. Los niños no le tenían miedo y él solo se dejaba acariciar. Contaba que nunca fue malo, que solo quería jugar. Quizá tenia malos modales, pero la abuelita de Caperucita le enseño a comer con cubiertos, a usar la servilleta y a pedir perdón. Solo necesitaba compañía y además el lobo no es tan fiero como lo pintan

Camino

Caminaron por el mismo camino, pero uno detrás del otro. Parecieron años de diferencia, pero apenas eran unos pasos. Cogieron flores, cardos e incluso frío. Rodearon piedras, y se esperaron. Se esperaron, se pensaron y se enfadaron. Como tantos en ese camino.
Hicieron un hogar, caliente, acogedor y juraron ver por la misma ventana. Prendieron fuego y, como no, sembraron canas.
El tiempo les obligó a echar la vista atrás. Pero desde un lugar cómodo y cálido, algo parecido a una manta calentita, hecha de lana y con mucho amor.
Entonces llegaron al fin, como las películas, pero para entonces ya llevaban tiempo caminando a la par, apoyándose uno en otro, apartando pedruscos y descansando uno a lado del otro.

Como el Sol conoció a la Luna

¡Qué triste estaba el Sol!...que solo se sentía. Tenía un buen trabajo, si, daba luz todo el rato a los planetas y en su honor le habían puesto el nombre al conjunto: "El sistema Solar", pero no era suficiente.
Los planetas solo le mareaban dando vueltas a su alrededor, "Hola Sol" decían, "Hola" decía él. La cosa es que La Tierra le veía tristón. Y pensó: "Tengo a mi amiga La Luna sola toda la noche...quizá si los presento..."

El lobo

Un lobo precioso, de esos que te dan gana de poner encima de la cama al lado de tu peluche favorito. Si parecía bonito, más bueno era, pero todo el mundo le tenía miedo. "Los lobos tienen que ser malos" decía su papá; pero a él no le salía.
El era un lobo corderillo, con necesidad de hacer amigos,ayudar y poner la mesa. Un sol, vamos.
Pero seguía con su fama. "Dichosos cuentos" pensaba, y es que gracias a ellos a él pobre le habían colgado el San Benito.

La piedra

Erase una vez, erase dos y erase tres. Cada vez que se tropezaba...volvía a ser...La piedra se empeñaba en ponerse en cada camino, encada curva en cada escalón...

Nada, que este canto tenía afán de protagonismo y quería salir siempre en la foto...

Mira que la chica la esquivaba y intentaba ni mirarla pero cuanto menos, más. En fin, una pena.

Algo de bueno tenía que tener el dia

Llegó a casa, con dolor de mejillas por las chinchetas que se puso para no dejar de sonreir. Dejó la careta tirada en la entrada junto al abrigo, los tacones y el paraguas, en este caso es mejor llevar protección.
Atravesó el pasillo. Con pausa, sin prisa...sus cadenas no le dejaban ir más rápido.

Todo cambia

Otra vez la princesa encerrada por una bruja malísima. Otra vez a esperar que un valentísimo principe, caballero o incluso ogro, llámalo X, le salve. Otra vez a dedicarle adoración absoluta a este señor.

Casi es mejor apuntarse a una página de contactos para encontrar pareja...

La cosa es que la bruja ya es demasiado mayor para odiar a la princesa, así que mas que de bruja se porta como una abuela de esas que necesitan compañía, que hacen punto y cuentan batallitas.

Un monstruo

Erase una vez un monstruo bonito, de esos que no dan miedo, suave, esponjoso y que hablaba con los pies. Vivía en un zapato, uno viejo pero calentito. Tenía un calcetín. Uno con rayas de color azul.
Por la noche se arropaba, cerraba los ojos y ¿cómo no? soñaba.
Por la mañana no hacía la cama, tenía bastante trabajo con remendar los agujeros del calcetín. A eso de las tres, se sentaba en el zapato y pensaba, que sería de él si perdiera su zapato. Algún día encontraría una monstruo rosita de esas que hacen cosquillas, dan la mano y dicen cosas bonitas. Pero tenía miedo de que si iba a buscarla le quitaran su zapato. Así que no se movió de allí.
Pasaron los años y ya ni remendaba su calcetín. solo pensaba que por no haberse movido de aquel lugar solo tenia su zapato pero lo que  no tenia era con quien compartir.

Multiplicacion

Erase una vez una cuenta, una que estaba muy cansada de sumar. Se miraba en el espejo y decía "Ufff, que rollo, otra vez sumar el mismo número una y otra vez"
Tal era su aburrimiento que frente aquel cristal empezó a contar las veces que tenía que sumar el mismo número. "una, dos, tres, cuatro..."

Noche de post-reyes

Quizá no fui lo suficientemente explicita, quizá lo di por supuesto o quizá solo quizá no había de lo que pedí. Después del día de Reyes, de la euforia que ocasiona, de la ilusión derramada, llega la noche.