Camino

Caminaron por el mismo camino, pero uno detrás del otro. Parecieron años de diferencia, pero apenas eran unos pasos. Cogieron flores, cardos e incluso frío. Rodearon piedras, y se esperaron. Se esperaron, se pensaron y se enfadaron. Como tantos en ese camino.
Hicieron un hogar, caliente, acogedor y juraron ver por la misma ventana. Prendieron fuego y, como no, sembraron canas.
El tiempo les obligó a echar la vista atrás. Pero desde un lugar cómodo y cálido, algo parecido a una manta calentita, hecha de lana y con mucho amor.
Entonces llegaron al fin, como las películas, pero para entonces ya llevaban tiempo caminando a la par, apoyándose uno en otro, apartando pedruscos y descansando uno a lado del otro.

Como el Sol conoció a la Luna

¡Qué triste estaba el Sol!...que solo se sentía. Tenía un buen trabajo, si, daba luz todo el rato a los planetas y en su honor le habían puesto el nombre al conjunto: "El sistema Solar", pero no era suficiente.
Los planetas solo le mareaban dando vueltas a su alrededor, "Hola Sol" decían, "Hola" decía él. La cosa es que La Tierra le veía tristón. Y pensó: "Tengo a mi amiga La Luna sola toda la noche...quizá si los presento..."

El lobo

Un lobo precioso, de esos que te dan gana de poner encima de la cama al lado de tu peluche favorito. Si parecía bonito, más bueno era, pero todo el mundo le tenía miedo. "Los lobos tienen que ser malos" decía su papá; pero a él no le salía.
El era un lobo corderillo, con necesidad de hacer amigos,ayudar y poner la mesa. Un sol, vamos.
Pero seguía con su fama. "Dichosos cuentos" pensaba, y es que gracias a ellos a él pobre le habían colgado el San Benito.

La piedra

Erase una vez, erase dos y erase tres. Cada vez que se tropezaba...volvía a ser...La piedra se empeñaba en ponerse en cada camino, encada curva en cada escalón...

Nada, que este canto tenía afán de protagonismo y quería salir siempre en la foto...

Mira que la chica la esquivaba y intentaba ni mirarla pero cuanto menos, más. En fin, una pena.

Algo de bueno tenía que tener el dia

Llegó a casa, con dolor de mejillas por las chinchetas que se puso para no dejar de sonreir. Dejó la careta tirada en la entrada junto al abrigo, los tacones y el paraguas, en este caso es mejor llevar protección.
Atravesó el pasillo. Con pausa, sin prisa...sus cadenas no le dejaban ir más rápido.

Todo cambia

Otra vez la princesa encerrada por una bruja malísima. Otra vez a esperar que un valentísimo principe, caballero o incluso ogro, llámalo X, le salve. Otra vez a dedicarle adoración absoluta a este señor.

Casi es mejor apuntarse a una página de contactos para encontrar pareja...

La cosa es que la bruja ya es demasiado mayor para odiar a la princesa, así que mas que de bruja se porta como una abuela de esas que necesitan compañía, que hacen punto y cuentan batallitas.

Un monstruo

Erase una vez un monstruo bonito, de esos que no dan miedo, suave, esponjoso y que hablaba con los pies. Vivía en un zapato, uno viejo pero calentito. Tenía un calcetín. Uno con rayas de color azul.
Por la noche se arropaba, cerraba los ojos y ¿cómo no? soñaba.
Por la mañana no hacía la cama, tenía bastante trabajo con remendar los agujeros del calcetín. A eso de las tres, se sentaba en el zapato y pensaba, que sería de él si perdiera su zapato. Algún día encontraría una monstruo rosita de esas que hacen cosquillas, dan la mano y dicen cosas bonitas. Pero tenía miedo de que si iba a buscarla le quitaran su zapato. Así que no se movió de allí.
Pasaron los años y ya ni remendaba su calcetín. solo pensaba que por no haberse movido de aquel lugar solo tenia su zapato pero lo que  no tenia era con quien compartir.

Multiplicacion

Erase una vez una cuenta, una que estaba muy cansada de sumar. Se miraba en el espejo y decía "Ufff, que rollo, otra vez sumar el mismo número una y otra vez"
Tal era su aburrimiento que frente aquel cristal empezó a contar las veces que tenía que sumar el mismo número. "una, dos, tres, cuatro..."

Noche de post-reyes

Quizá no fui lo suficientemente explicita, quizá lo di por supuesto o quizá solo quizá no había de lo que pedí. Después del día de Reyes, de la euforia que ocasiona, de la ilusión derramada, llega la noche.