martes, 15 de octubre de 2013

Dragoncito

Había una vez un dragón. Un dragón pequeño y asustadizo pero luchador como el sólo. El pequeñín no podía escupir fuego como sus amigos y por eso siempre le elegían el último para los juegos de equipo.
Él pensaba que no era bueno para nada, porque cuando jugaban a ver quien llegaba más lejos con su llama, a él apenas le salia una nube de humo de su boca y todos se reían de él.
Su mamá le consolaba, le decía que todo el mundo es bueno en al menos una cosa, al menos cada dragón destaca en algo que los demás ni se imaginan.
Pasaron los días y se llegó la fiesta de despedida del "cole" todos los dragoncitos andaban como locos adornando la escuela. Hicieron una pancarta, un escenario y hasta una tarta!! pero querían colgar globos pero al querer inflarlos se explotaban porque al querer inflarlos, todos los dragones en vez de aire echaban fuego y estaban muy tristes."Vaya fiesta sin globos" decían...
Nuestro dragón pasaba por allí y observó lo que ocurría...no le gustaba ver a sus amigos tan tristes, así que se le ocurrió una idea.
Justo antes de que empezara la fiesta llamó a sus amigos, les pidió que cerraran los ojos y abrió la puerta del gimnasio del colegio.
Al abrir los ojos todos los dragones se quedaron con la boca abierta. Toooodo estaba lleno de globos. El dragoncito podía inflarlos!! Su falta de fuego le permitía expulsar aire y así darle a sus amigos una fiesta como querían. Desde entonces, no solo no le dejaban el último para los juegos de equipo sino que él era el que elegía el suyo

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